¿Castigada? Me preguntó el señor al que pocas veces entendí cuando me hablaba. ¡No estoy castigada! Le contesté.
Me miró y dijo: ¡Claro que sí! y te voy a decir por qué, cuando uno hace algo que no le gusta, es castigo; si uno decide aceptarlo, sigue siendo castigo.
Sonrió y siguió caminando.
Me miró y dijo: ¡Claro que sí! y te voy a decir por qué, cuando uno hace algo que no le gusta, es castigo; si uno decide aceptarlo, sigue siendo castigo.
Sonrió y siguió caminando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario