Son ya veintidós años de morar en un caparazón que a través del tiempo ha sido transformado; ahora es tan sólo este torpe cuerpo abatido que se presenta con un hueco acompañado de una llovizna incontrolable que se arroja al precipicio sin siquiera agotarse y, no conforme, ha alejado a su único posible recurso: la sensatez.
Es curioso, hoy advierto sin dudas que he ido lejos en éste, mi mundo imperfecto. Dejé en su curso libre a una serie de acontecimientos sin prever que podrían dejar huellas y sus inconvenientes. Detestable ingenuidad que había creado un insidioso modo de pensar lo más querido. Pero más detestable es la pobre inepta mente en que se pudo crear semejante cuento. La rabia que siente ahora tiene un sabor despreciable.
Quizás para cuando la sensatez pretenda volver y la amorfa mente abyecta se lo permita, quien haya decidido marcharse sea el significado que necesitó para mantenerse.
Es curioso, hoy advierto sin dudas que he ido lejos en éste, mi mundo imperfecto. Dejé en su curso libre a una serie de acontecimientos sin prever que podrían dejar huellas y sus inconvenientes. Detestable ingenuidad que había creado un insidioso modo de pensar lo más querido. Pero más detestable es la pobre inepta mente en que se pudo crear semejante cuento. La rabia que siente ahora tiene un sabor despreciable.
Quizás para cuando la sensatez pretenda volver y la amorfa mente abyecta se lo permita, quien haya decidido marcharse sea el significado que necesitó para mantenerse.
El traje no ha cambiado sigue siendo el que cubre el miedo y el silencio, nadie lo nota, ¡qué bueno!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario